lunes, 9 de febrero de 2009

LAS DAMAS DE HITCHCOCK - DONALD SPOTO.


Reseña realizada por Manel.

LAS DAMAS DE HITCHCOCK.
Autor: Donald Spoto.
Editorial: Lumen.
ISBN: 978-84-26-4168-58.
Número de páginas: 384.


Donald Spoto es uno de los grandes conocedores de Hollywood aunque Alfred Hitchcock no es nuevo para él. Hace unos años publicó “El arte de Alfred Hitchcock” y tres años después de muerto el director, nos sorprendió con “Alfred Hitchcock; la cara oculta del genio”. Ahora vuelve a repasar aspectos del carácter, no genio ni mago de Hitchcock en su nuevo libro; “Las damas de Hitchcock”

Según Spoto, el director, del llamado cine de suspense, fue un patán en muchos aspectos de su vida, como guionista o escritor. Acertó, como joven entusiasta cinéfilo, en el manejo de la cámara desde ángulos que hasta entonces nadie experimentó y que en vida de don Alfred, nadie se atrevió a hacerle sombra o seguir experimentando

No fue mago de nada ni genio, no era un dios como tantas veces se le quiso etiquetar. Tenía genio, genio de mal carácter, pero fue un maestro, con la cámara y, sobretodo, con provocar en mil inventos, la mueca o la cara de espanto que necesitaba de una actriz o actor. No solamente las provocaba, sino que las humillaba, más a las actrices que a los actores.

Hitchcock solía decir, así lo manifestó en varias entrevistas, que:”Los actores eran ganado”.

Madeleine Carrol. Madeleine fue humillada en la película “Los 39 escalones” donde por capricho de Hitchcock pasó casi todo el tiempo de rodaje esposada al brazo de Robert Donat. Otra de las humillaciones que padeció la joven Madeleine Carrol, en la misma película, fue la ocurrencia, nada más y nada menos, que desabrocharse la bragueta delante de ella, lo que aprovecho en connivencia con el cámara para grabar esa escena.

Lo que mueve la acción en la lectura de “Las damas de Hitchcock” no son precisamente sus damas, sus mujeres, las actrices, sino el comportamiento del maestro para con sus colaboradores, a los que menosprecia. El sadismo con que actúa contra sus elegidas no así con sus elegidos, los actores, a los que apenas dirige palabra. Fue un hombre obsesionado, envidioso del galán de turno.

Su frustrada pasión por varias de las protagonistas femeninas de sus películas le causó sufrimientos y permitió que su lucha contra la obesidad lo aislara haciendo imposible cualquier tipo de intimidad física.

Caso especial el que recibió Ingrid Bergman la sueca que rebosaba guapura toda ella. El Maestro la mimó y, pese a su inclinación gay, se enamoró de ella, a tal punto que reescribió un diálogo sobre el guión ya aprobado en la película “Recuerda”.

Durante el rodaje de la película “Rebeca”, hizo que Joan Fontaine, actriz no muy bien tratada por la crítica, repitiera varias veces la misma escena. No contento con la expresión que exigía el guión, Hitchcock se levantó de su silla y ni corto y perezoso, abofeteó a la Fontaine hasta hacerla llorar para a continuación exclamar: “Corten, perfecto. Toma perfecta”. Sigamos. Curiosamente o paradójicamente el único Oscar a una actriz de la factoría hitchcoliana, se lo apuntó Joan Fontaine por su papel como Lina McLaidlaw en “Sospecha”.


Con Carole Lombard o, Hitchcock encontró la cara de su moneda ya que esta hablaba y actuaba como un hombre.

Llegó al extremo, en sus primeras filmaciones, que las actrices de cabellos negros, actuaran con peluca rubia.

Hitchcock se encontraba a gusto con gays, lesbianas y bisexuales .Se casó, para cuidar las apariencias con Alma Reville una mujer menuda y de cabellos castaño rojizos. Una mujer inteligentísima, guionista y consejera de todas sus películas. Alma era su consejera, su cocinera, ama de llaves pero entre ellos no había pasión.

El guionista Charles Bennett afirmó: “Alma era a la única persona que Alfred temía de verdad”.

“Las Damas de Hitchcock” es un libro para amantes del celuloide y un libro para amantes de la observación y detalles interiores en cuanto a la personalidad que se esconde detrás de cada actriz o actor.
Damas, entre la ya citadas, actrices, observaciones que llegan en nombres como Virginia Valli; Alida Valli; June, la primera rubia de Hitchcock; Teresa Wright; Margaret Lockwood; Ann Todd; Jane Wyman; Vera Miles; Marlene Dietrich; Kim Novak; Eva Marie Saint; Janet Leig; Tippi Hedren (suegra de Antonio Banderas, jeje); Diana Doors; Doris Day……………

“Llamarme Hitch sin el Cock”. Esta frase la decía Hitchcock para abreviar su nombre y que a la gente no le resultara tan complicado de escribir y pronunciar.

En mi opinión,“Las damas de Hitchcock” es un libro MacGuffin.

-¿Y qué es un MacGuffin?
-Es un artefacto para atrapar leones en las Tierras Altas de Escocia.
-¡Pero si en las Tierras Altas de Escocia no hay leones¡
-Bien, pues entonces tampoco hay MacGuffin.

Esto es lo que dijo Hitchcock, “lo que persiguen los espías; lo que mueve la acción en el interés del público, un MacGuffin, es decir, humo. Nada”.

Plagiando su frase, espero que “Las Damas”, sin el Hitchcock, no se os empache y os sea fácil de leer. De hecho, aunque a veces Spoto machaca en la personalidad y feos de Hitchcock, es un libro deslizante, se lee ameno.

1 comentario:

María dijo...

Vengo del blog de Manel, voy a ojear tu blog que me parece muy interesante.

Saludos.